4th Sunday in Advent

Today’s Gospel recounts Mary’s Visitation to Elizabeth, where Mary’s perpetual virginity is highlighted through her sacred role as the New Ark of the Covenant, carrying the presence of God within her.

In the Old Testament, the Ark, built at God’s command, held the tablets of the Law, the manna, and Aaron’s staff, symbolizing God’s covenant, provision, and priestly authority. Likewise, Mary bore Jesus Christ, the fulfillment of the Law, the Bread of Life, and the Eternal High Priest. The Old Testament Ark was built and carried reverently, using poles to prevent direct contact, emphasizing its sanctity. We see this emphasized when Uzzah was struck down for touching it (2 Sam 6:6-7). This foreshadows Mary’s own sacredness. Like the Ark, she is untouchable, set aside entirely for God, embodying the divine mystery of His presence among us.

When David brings the Ark to Jerusalem, he travels to the hill country in haste, just as Mary does in today’s Gospel. David exclaims, “How can the Ark of the Lord come to me?” mirroring Elizabeth’s words: “And how does this happen to me, that the mother of my Lord should come to me?” Both moments reveal awe at God’s nearness. 

As the Ark brought blessings to the house of Obed-Edom for three months, Mary’s presence sanctifies Elizabeth’s home during her three-month stay. David’s dancing before the Ark parallels John the Baptist leaping in Elizabeth’s womb, both joyful responses to God’s presence.

Through these parallels, Mary’s role as the New Ark fulfills Isaiah’s prophecy: “The virgin shall conceive and bear a son.” Her perpetual virginity underscores her complete set-asideness, inviting us to rejoice in the mystery of God dwelling among us.

  • How can you cultivate a greater awareness of Christ’s presence in your daily life?

  • How might you respond with joy and reverence like Elizabeth and John?

  • What areas of your life might God be calling you to set aside for His glory, trusting Him more fully with your “yes”?

 Spanish

El Evangelio de hoy relata la Visitación de María a Isabel, donde se destaca la virginidad perpetua de María a través de su papel Sagrado como el Arca de la Nueva Alianza, llevando dentro de ella la presencia de Dios.

En el Antiguo Testamento, el Arca, construida por mandato de Dios, contenía las tablas de la Ley, el maná y el bastón de Aarón, simbolizando el pacto, la providencia y la autoridad sacerdotal de Dios. De manera similar, María llevó en su seno a Jesucristo, el cumplimiento de la Ley, el Pan de Vida y el Sumo Sacerdote Eterno. El Arca del Antiguo Testamento fue construida y transportada con reverencia, usando varas para evitar el contacto directo, resaltando su santidad. Esto se enfatiza cuando Uza fue castigado por tocarla (2 Sam 6:6-7). Esto prefigura la propia sacralidad de María. Al igual que el Arca, ella es intocable, completamente consagrada a Dios, encarnando el misterio divino de Su presencia entre nosotros. 

Cuando David lleva el Arca a Jerusalén, viaja apresuradamente hacia la región montañosa, al igual que María en el Evangelio de hoy. David exclama: “¿Cómo puede venir a mí el Arca del Señor?”, reflejando las palabras de Isabel: “¿Y de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a verme?”. Ambos momentos revelan asombro ante la cercanía de Dios.

Así como el Arca trajo bendiciones a la casa de Obed-Edom durante tres meses, la presencia de María santifica el hogar de Isabel durante su estancia de tres meses. El baile de David ante el Arca se refleja en el salto de gozo de Juan el Bautista en el vientre de Isabel, ambos como respuestas alegres a la presencia de Dios.

A través de estos paralelos, el papel de María como el Arca Nueva cumple con la profecía de Isaías: “La virgen concebirá y dará a luz un hijo.” Su virginidad perpetua resalta su completa consagración invitándonos a regocijarnos en el misterio de Dios habitando entre nosotros. 

  • ¿Cómo puedes cultivar una mayor conciencia de la presencia de Cristo en tu vida diaria? 

  • ¿Cómo podrías responder con gozo y reverencia como Isabel y Juan? 

  • ¿Qué áreas de tu vida podría Dios estar llamándote a consagrar para Su gloria, confiando más plenamente en tu “sí”?

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