3rd Sunday in Advent
This week, we reflect on the Assumption of the Blessed Virgin Mary, which teaches us about the perfect obedience and trust that God desires from us. "Where the head goes, the body follows"—just as Christ, the head of the Church, ascended to the Father, so too did Mary, His faithful Mother. In the Assumption, we see not only God’s grace but also His promise that those who live in faith and obedience to His will will share in His glory.
In the Gospel, St. Luke tells us, “Blessed are you who believed that what was spoken to you by the Lord would be fulfilled” (Luke 1:45). Mary’s response to God’s call was one of complete faith and trust, and she is the model for us all. She teaches us that holiness is achieved through surrendering our will to God, trusting that He will fulfill His promises in us.
Through the sacraments, especially the Sacrament of Reconciliation, we are given the grace to realign our hearts with God’s will. This helps us grow in the same obedience and trust that Mary exemplified throughout her life. Our ultimate goal is to one day be “assumed body and soul into the glory of heaven,” just as Mary was, where we will experience the beatific vision.
This week, reflect on Mary’s obedience and faith. How can you deepen your trust in God’s will and align your heart more fully with His? Ask Mother Mary to help lead you in this space.
Spanish
Esta semana reflexionamos sobre la Asunción de la Santísima Virgen María, que nos enseña acerca de la obediencia perfecta y la confianza que Dios desea de nosotros. "A donde vaya la cabeza, el cuerpo la seguirá": así como Cristo, cabeza de la Iglesia, ascendió al Padre, también lo hizo María, Su fiel Madre. En la Asunción vemos no solo la gracia de Dios, sino también Su promesa de que quienes viven en fe y obediencia a Su voluntad compartirán Su gloria.
En el Evangelio, San Lucas nos dice: “Dichosa tú que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá” (Lucas 1:45). La respuesta de María al llamado de Dios fue de completa fe y confianza, y ella es un modelo para todos nosotros. Nos enseña que la santidad se alcanza al rendir nuestra voluntad ante Dios, confiando en que Él cumplirá Sus promesas en nosotros.
A través de los sacramentos, especialmente el Sacramento de la Reconciliación, recibimos la gracia para alinear nuestros corazones con la voluntad de Dios. Esto nos ayuda a crecer en la obediencia y confianza que María ejemplificó a lo largo de su vida. Nuestro objetivo final es el de algún día ser "asumidos en cuerpo y alma a la gloria del cielo", así como lo fue María, donde experimentaremos la visión beatífica.
Esta semana, reflexiona sobre la obediencia y la fe de María. ¿Cómo puedes profundizar tu confianza en la voluntad de Dios y alinear tu corazón más plenamente con Él? Pídele a nuestra Madre María que te guíe en este camino.